Flavio Caiafa es presidente de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación de Uruguay (ANII). Además de un sólido profesional, es un emprendedor con más de diez años de experiencia en el desarrollo de negocios, marketing y ventas, estrategia, administración y finanzas. Es un entusiasta de la tecnología y ha colaborado con startups con foco en innovación, tecnología y metodologías ágiles para el desarrollo de negocios.
En el tercer encuentro del ciclo de entrevistas RELAI, el presidente de la ANII reflexionó sobre los desafíos que Uruguay y la región tienen por delante en materia de investigación e innovación, cómo la agencia en este contexto oficia como facilitadora y qué aprendizajes y aportes pueden potenciarse siendo parte de la Red.
La pandemia del COVID-19 renovó la mirada global frente a la Ciencia y no solo hay un mayor interés por profesionalizarse en sus campos, sino también un reconocimiento en la importancia de las políticas públicas asociadas al sector y en la inversión que éste requiere. ¿Existe una reflexión estratégica de parte de la comunidad científica uruguaya sobre este nuevo contexto para contribuir y demandar apoyos?
Uno de los pocos efectos positivos de la pandemia fue mostrar que la Ciencia es la solución para muchos de los problemas y en este caso lo hizo de la forma más impactante. Este problema no era sólo un problema importante porque afectaba la salud sino que además era muy urgente y eso hace que se disparen otros mecanismos. En particular en Uruguay, lo más relevante fue la respuesta del GACH (Grupo Asesor Científico Honorario): que las fuerzas políticas confiaran el tratamiento y el asesoramiento directo en algo tan crítico directamente a un grupo de científicos. Esto tuvo un impacto muy grande, no solo a nivel de la comunidad científica sino de todo el país y mostró que la Ciencia puede ser la solución para problemas críticos e importantes. Además, dejó como enseñanza que en el futuro debemos acordarnos de esta experiencia: así como el GACH pudo asesorar al gobierno de forma efectiva, que esto pueda replicarse para otras áreas científicas.
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Esta experiencia ha generado a nivel de la comunidad científica un empoderamiento, un autoconocimiento de su potencial transformador. Han nacido organizaciones como Investiga Uy, que es una asociación de investigadores que opera como un colectivo que tiene intereses, necesidades y demandas comunes; al misqmo tiempo se generó también una asociación de estudiantes de posgrado, la AUPP (Asociación Uruguaya de Posgraduandos y Posgraduandas). Creo que a nivel país la principal experiencia es que la Ciencia es y puede ser la solución para los grandes desafíos.
Otra cosa importante es que con el nuevo gobierno -que tiene al igual que los anteriores un foco importante en el valor de la Ciencia y la Innovación- se comenzó con el cometido de hacer un análisis de la gobernanza del sistema científico e innovador del país y eso trae aparejado la creación de un nuevo PENCTI (Plan Estratégico Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación). A esos procesos, que se vieron retrasados por la pandemia, la misma también les dio un significado mayor que el simple ordenamiento de un sector que tiene muchas organizaciones y que a veces se encuentran solapadas. El PENCTI anterior era del año 2010 y todos estamos de acuerdo en que está muy desactualizado y que también es necesario, además de actualizarlo, hacerlo más específico, ya que este plan define muchas áreas estratégicas pero no termina definiendo un foco claro de hacia dónde deberíamos dirigir los recursos e instrumentos. La consecuencia de ésto es que terminamos apoyando todas las áreas del conocimiento y todas las tecnologías, pero muchas veces con poco impacto en cada una. Una acción como la que hicimos con el COVID, que se convirtió -sin planteárnoslo- en una misión nacional articulante de todos los actores con un objetivo clarísimo que era ayudar en el diagnóstico, el tratamiento y en combatir el confinamiento, pudo dar resultados rápidos y contundentes; por lo tanto este rediseño de la gobernanza cobra una importancia fundamental después de la pandemia.
Los ecosistemas de innovación incluyen al capital económico -la inversión- pero también al humano –en el que destaca nuestra comunidad científica-. ¿Cómo ve usted a Uruguay en estas dos dimensiones fundamentales? ¿Cómo ha incidido la pandemia del COVID-19 en estos campos?
En lo que respecta a los recursos humanos, la pandemia generó en nuestro país y en todo el mundo un estrés económico importante y eso afectó a la comunidad científica. Lo que hicimos desde ANII fue procurar que nuestra prioridad fuera la gente. El Sistema Nacional de Investigadores es un sistema para evaluar y catalogar a los investigadores del país que nació prácticamente con la agencia y que implica que los miembros activos del sistema reciban un apoyo mensual para realizar sus actividades de investigación; en este contexto nos propusimos no modificarlo en ningún sentido y seguir apoyándolo. Este es un sistema que va creciendo año a año, que cuando comenzó la agencia tenía cerca de 1.000 investigadores y hoy son más de 2.000 catalogados y apoyados. Lo mismo pasó con los proyectos de investigación, procuramos mantener la misma cantidad de propuestas. En cuanto al tema de la formación, la cantidad de becas ha seguido aumentando y nos planteamos actualizar anualmente los montos mensuales que reciben los estudiantes por sus becas de posgrado.
Otro aspecto a mencionar es que en el 2020 creamos un nuevo instrumento: el Crédito Fiscal para Proyectos de I+D. Si bien el crédito presupuestal del 2020 fue ligeramente superior al del 2019, se sumó este instrumento que es un monto equivalente a más de tres millones de dólares para empresas que hacen investigación y desarrollo. Este sistema ha tenido muy buenos resultados; en el 2020 el crédito fue de 132 millones de pesos uruguayos y el Ministerio de Economía define año a año qué monto se puede otorgar. Una modificación que estamos proponiendo para este instrumento en la rendición de cuentas actual es que, para financiar la contratación de personal científico en dichas empresas, el crédito fiscal pase a ser del 35% al 100%. Esta es una propuesta para promover la incorporación de más investigadores a estas empresas especializadas en investigación y desarrollo. Al mismo tiempo, si las empresas beneficiarias se presentan junto con la academia, es decir con una universidad, un instituto de investigación o un centro tecnológico el crédito fiscal asciende al 45%; con esto también hay un promover la integración entre las empresas y la academia.
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«Desde ANII estamos procurando que los investigadores se vuelquen a resolver los desafíos de los sectores productivos: poner el mundo de la ciencia y la innovación y del sector productivo y empresarial uno al servicio del otro».
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A nivel de capital, lo que le pasa a Uruguay está muy alineado con lo que le pasa a todos los países de la región. Comparado con los países que tomamos como referentes en investigación e innovación, tenemos una inversión total entre privados y Estado muy baja, pero en particular, uno de los grandes temas es que la inversión del sector privado es muchísimo más baja que en los países más desarrollados y el grueso de la inversión es estatal. Esto nos plantea dos desafíos: primero, cómo hacer crecer la inversión pública, pero también -y el más relevante- cómo logramos generar un ecosistema de empresas que realmente apuesten a la investigación y la innovación para mantener su productividad y su competitividad. En ese sentido lo que estamos haciendo desde la agencia es impulsando algunos instrumentos nuevos. La ANII tenía varios instrumentos: de promoción de alianzas, de redes, de centros tecnológicos y éstos se abrían de forma arbitraria, un año sí y otro no. Combinamos todos ellos en un sólo instrumento de articulación donde lo que proponemos es que la academia ayude al sector productivo a resolver desafíos y atacar oportunidades que le permitan crecer. En el año 2021- que fue la primera edición- tuvimos un récord de postulaciones y aprobamos 17 proyectos. En esta misma línea, junto a la incubadora de empresas de Estados Unidos New Lab, hicimos un acuerdo que tiene un foco de inversión pública: LATU y ANII aportan parte de la inversión y la otra parte es privada, de Globant y Mercado Libre. Este acuerdo tiene como objetivo buscar empresas que necesiten soluciones tecnológicas, identificar sus desafíos y trabajar luego con la academia, las empresas innovadoras y las startups en generar llamados de innovación abierta. Estos son ejemplos de cómo desde ANII estamos procurando que los investigadores se vuelquen a resolver los desafíos de los sectores productivos: poner el mundo de la ciencia y la innovación y del sector productivo y empresarial uno al servicio del otro.
Las agencias socias de RELAI han atravesado la pandemia de forma activa: por ejemplo, con el lanzamiento de un hackathon en Perú o la creación de una biblioteca virtual sobre coronavirus en Argentina. En la actualidad, las agencias de innovación ponen su atención también en la recuperación económica, apoyando a mipymes y cadenas de suministro. ¿Cómo ha sido esta trayectoria en el caso de la ANII?
Cuando se disparó la pandemia el 13 de marzo de 2020, en un período de aproximadamente una semana la agencia hizo dos llamados importantes: uno de innovación abierta para crear un test de diagnóstico PCR que incluía generar el kit y realizar las primeras diez mil copias. Este proyecto lo ganaron la Universidad de la República (UdelaR), junto al Instituto Pasteur y la empresa ATGen, que en ese momento era el único laboratorio de biología molecular con las capacidades para hacerlo. En unas pocas semanas desarrollaron el kit, que atendía uno de los principales problemas: cómo hacer el diagnóstico rápido y certero de las infecciones. Las bases de ese proyecto se diseñaron de una semana para la otra apoyados por la ANII y el BID y fue muy importante no solo por el kit en sí sino porque además, a partir de esto, la UdelaR reconvirtió algunos de sus laboratorios tanto para su elaboración como para el desarrollo de diagnósticos y de igual modo el Insituto Pasteur, lugar donde hoy en día las personas también pueden realizarse el PCR.
Otro llamado, enmarcado en el contexto de la pandemia fue el de soluciones creativas para la mitigación del confinamiento, en el marco de un programa que tuvo ANII de apoyo a la Industria Naranja (industria de la creatividad). Posteriormente se realizaron tres llamados más; uno de diseño y producción de respiradores: en el momento en que no sabíamos qué magnitud iba a tener la demanda se les pidió a las empresas que propusieran respiradores que fueran baratos de hacer, rápidos e incluso móviles (que se pudieran transportar relativamente fácil). En respuesta no solo se aprobaron dos proyectos, sino que además en 40 días nos trajeron los respiradores hechos y fue un éxito a nivel de coordinación. El segundo, consistió en generar el diseño y producción de soluciones para dar respuesta a la crisis; aquí por ejemplo una de las soluciones que se presentó y fue apoyada fue un sistema para detectar el COVID en el aire. Por último, el otro llamado también muy importante, que fue similar al primero, consistió en el desarrollo de kits para diagnóstico serológico; en este caso se financió el desarrollo del kit y la producción de los primeros 50.000 ejemplares.
¿Qué importancia tiene para la ANII el ser parte de RELAI?
Creo que una de las cosas más importantes es aprender de las experiencias de otros países y aprovechar el espacio común que tenemos, idiomático y cultural, en toda América Latina; uno no entiende el valor de eso hasta que no viaja a Europa, donde hablan un idioma distinto cada uno y eso tiene sus impactos. Luego, algo más concreto que es colaborar entre los países tanto en forma bilateral como en conjunto y tanto en conocimiento como en instrumentos; poder generar instrumentos conjuntos por los cuales cuando ANII hace un llamado no esté circunscripto sólo a los investigadores, empresas y emprendimientos nacionales sino a los de toda la región.
RELAI cuenta con una amplia muestra del panorama científico e innovador latinoamericano. ¿Cuáles cree que son los desafíos para esta comunidad y qué temáticas está abordando Uruguay con mayor énfasis?
El gran desafío es cultural. La ANII realiza regularmente una encuesta de innovación empresarial y nos da como resultado que muy pocas empresas en el país son innovadoras. Por otro lado, los investigadores reclaman más fondos para investigar que a veces no tienen tanta conexión con los problemas del sector productivo. Lo que nosotros pensamos es que una de las claves es buscar esa articulación entre las partes. Otro desafío, como ya lo mencionamos antes, es el de definir focos estratégicos más finos que los que tenía hasta ahora el PENCTI actual; es importante para nosotros el rediseño de ese nuevo PENCTI, donde se está involucrando a todo el ecosistema innovador e investigador.
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«En STEM (science, technology, engineering and mathematics) hay una brecha de género. La forma de llevar más mujeres a esas áreas pasa por mejorar la educación a nivel de la escuela y es un desafío súper complejo».
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Yo creo que la definición de focos en algunas áreas es clara, por ejemplo en Uruguay hay un foco bien definido que son las industrias exportadoras: el país exporta carne, madera, granos y lácteos, éstas son las grandes cadenas exportadoras del país. Estas industrias necesitan también investigación e innovación para mantener su competitividad, pero como son más maduras, ya existen bastantes mecanismos establecidos para eso. El gran desafío para la ANII consiste en cómo impulsar a las industrias más intensivas en conocimiento y cómo formar y sumar más gente para sus filas; aquí el rol de la agencia lo vemos no sólo en dar fondos para proyectos de investigación e innovación sino también en articular diversas soluciones para esto. Y la solución pasa desde la escuela, es necesario mejorar la forma en que se enseña matemática y ciencias, en primer lugar para que sea más interesante para todos y en segundo lugar para que las niñas -que en esas edades se desmotivan de estudiar estas disciplinas- no pierdan el entusiasmo y al entrar a la facultad no sean tan solo el 10%, como sucede hoy. En STEM (science, technology, engineering and mathematics) hay una brecha de género; hay ciencias donde es una excepción, por ejemplo en medicina o biología, pero en general, en la mayoría de las ciencias existe. La forma de llevar más mujeres a esas áreas pasa por mejorar la educación a nivel de la escuela y es un desafío súper complejo. A partir del año que viene, cuando entre en vigor la tercera fase de un préstamo del BID que financia gran parte de nuestra operativa, ANII tiene dos temas transversales a trabajar: cambio climático y género, para ver qué medidas activas podemos tomar para reducir esas brechas.
Otra área emergente, muy intensiva en conocimiento y donde tenemos una base muy buena de gente altamente calificada es en las ciencias de la vida, que incluye desde sanidad animal y de alimentos hasta salud humana; las biotecnologías es otra área donde tenemos un enorme potencial y que necesita instrumentos adecuados para desarrollarse. Por último, otra área que es enorme es la de energías renovables, donde se necesita una acción más rápida tanto a nivel global, por el cambio climático, como a nivel nacional para dejar de tener que depender del petróleo.
La conducción de la Red es rotativa. En este rol, que actualmente tiene la agencia argentina I+D+i, ya estuvo iNNpulsa Colombia, y estuvo la ANII. ¿Qué particularidades pudo imprimir la presidencia uruguaya de RELAI?
En el año de presidencia de ANII, que fue también especial porque fue año de pandemia, uno de los focos fue apostar a la capacitación de los cuadros técnicos de las agencias. Esto se hizo apalancándonos en un diferencial que tiene ANII que es el área de evaluación y monitoreo, que además es muy profesional y sofisticada. Lo que se propuso desde las otras agencias fue hacer una escuela de evaluación y monitoreo donde 22 técnicos de todas las agencias de la Red se capacitaron en Uruguay. Esto es algo que nuestra agencia ha tenido desde el inicio, la vocación de no sólo financiar actividades de investigación en innovación sino también de conocer el impacto que tienen esas actividades.
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«Desde la agencia tenemos el objetivo de que Uruguay se convierta en un país más amigable con la innovación».
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El otro foco es impulsar la innovación abierta, que es un mecanismo al que ANII ha apostado históricamente. Esencialmente plantear un desafío y que sean las empresas o los investigadores quienes propongan la solución, como es en el marco de la RELAI, Desafíos Comunes. ANII tiene una historia de lanzar desafíos abiertos que nos ha dado muy buenos resultados, de hecho cuando nos acercamos a un socio buscando financiamiento el instrumento más valorado por ellos son los desafíos. Estos actores plantean sus problemáticas y ANII hace un llamado que moviliza a investigadores, empresas y emprendimientos a buscar la solución. Esto normalmente funciona muy bien, por eso también entendimos que era un instrumento que podía ser útil a nivel regional.
En el mes de diciembre, RELAI lanzó la convocatoria regional Desafíos Comunes que busca que las agencias de innovación socias de RELAI promuevan tres ejes: salud, innovación pública y reactivación económica. En este marco, Uruguay participa con un reto que tiene por foco la trazabilidad de residuos y el desarrollo de tecnologías de la información aplicadas a los procesos de gestión de los mismos.¿Qué orientó esta demanda hacia la comunidad de innovación y ciencia uruguaya?
Desde la agencia tenemos el objetivo de que Uruguay se convierta en un país más amigable con la innovación. Una de las cosas que estamos haciendo, en la búsqueda de nuevas formas de financiamiento genuinas no sólo para la agencia sino también para el país, es apostando a la innovación en servicios públicos. Esto es una cooperación técnica que empezó en el 2020 con el BID, porque Uruguay tiene desde el 2008 la Ley de Compra Pública para el Desarrollo -que se terminó de reglamentar en el 2019- y en la que uno de los componentes es la compra pública e innovadora. Este concepto tiene que ver con que el Estado no compre soluciones ya diseñadas, sino que cuando tiene un problema para el cual no hay una solución evidente o directa, tenga la posibilidad de hacer un llamado de innovación abierta planteando el problema y que sean los postulantes lo que propongan la solución. Dicha Ley establece que quien evalúe el mérito innovador de los proyectos postulados sea la ANII.
En el marco de ese programa de innovación en servicios públicos, la agencia pone en juego un instrumento que consiste en que a cada organización pública (empresa, ministerio, gobierno departamental, etc.) nos plantee su problema para que realicemos el llamado de innovación abierta. Pero ¿qué sucede con esto?: algo que ya está documentado en el resto de la región -por ejemplo en Chile que tiene una historia interesante en innovación de servicios públicos- y es que dichos procesos se tornan muy lentos, tanto por los ritmos naturales de los organismos públicos como porque muchas veces no tienen previamente agendado un presupuesto para llevar a cabo un nuevo desarrollo. En base a esto y aprendiendo de esas experiencias regionales, decidimos hacer un concurso donde a las propuestas que ganaran les daríamos el 100% de la financiación para el desarrollo de la solución. A partir de ese cambio, se presentaron 25 desafíos, todos ellos muy interesantes.
El de los residuos concretamente es un desafío que presentó el Ministerio de Ambiente y que nos pareció de relevancia en el marco de la RELAI ya que la temática es universal. La gestión de la basura, cuando comenzamos a conocer los números, es realmente impactante a pesar de todos los esfuerzos que uno parece ver; en Uruguay por ejemplo, hasta el momento la cantidad de plástico que reciclamos es menos del 5% e incluso muchas veces, cosas que colocamos en un contenedor de reciclaje terminan no siendo recicladas. Con este desafío apuntamos a un primer paso que es resolver cómo vamos a hacerle un seguimiento a los volúmenes de reciclaje. Hay muchas tecnologías para esto, pero aún buscamos la solución ya que es un tema de carácter global y fundamental para el Medio Ambiente.